Victorio Vicuña, "Julio Oria, en la Guerrilla de los Picos de Europa

Documento remitido por:
Mikel Rodriguez, autor del libro "Maquis, la guerrilla Vasca". Editorial Txalaparta.

En mi libro "Maquis. La guerrilla vasca" que cita en la bibliografía aparece la opinión de Victorio Vicuña, antiguo jefe de la X Brigada de la UNE en Francia, sobre la guerrilla en Santander y la figura de Juanín:
"Respecto a mi trabajo, no tendría mando sobre destacamento concreto alguno, sino un carácter de organizador y asesor para Euskadi y Santander, de donde dependían los Picos de Europa. Tenía que contactar mediante enlaces con la guerrilla de los Picos de Europa, tenía que hacer de coordinador, establecer las relaciones entre la guerrilla y el Partido y, sobre todo, dar paulatinamente un contenido político a los grupos, explicarles porqué combatían. Había que llevar la conciencia a unos hombres que había ido a la montaña para salvar la vida, que asaltaban rebaños o casas para sobrevivir. Algunos de estos huidos habían realizado hechos realmente deplorables. Había quien se había hecho una cabaña importante
basándose en robos de ganado. Era el espíritu del campesino, de hacerse con un pequeño patrimonio. Otros daban atracos y se quedaban con el dinero. Y daban atracos sin discernir si era un médico de Falange o antifascista. Si hay que ir a por el dinero, que sea para montar una imprenta o para necesidades reales, como pagar medicinas o comida, no para hacerse rico. Pero esto lo analizas en su contexto, en el monte, entre rocas, empapado, con miedo... y lo entiendes. Ya digo que mi misión esencial era inculcar conciencia política para elevar el nivel de la lucha de los grupos armados. Y he de decir que, cuando les mostrabas que estabas dispuesto a compartir sus vidas y sufrimientos, a dar ejemplo, te trataban con gran respeto y te escuchaban.
       También llevaba instrucciones para los guerrilleros, con las normas de conducta, medidas de seguridad, los asuntos de las claves... para mejorar su formación práctica. El problema de las normas de la clandestinidad es todo un poema y no estaba al alcance de todos. Había personas que no alcanzaban a comprenderlas. Eran valientes para jugarse la vida, pero su mente no tenía la capacidad de asimilación de estos elementos. Y a veces caían por candidez, infantilismo y falta de visión de lo que requería la situación. Y eso se pagaba con la vida.
      Estuve unos meses combatiendo con la guerrilla en los Picos de Europa, haciendo de instructor en el grupo de Machado. En los Picos de Europa, como en Euskadi, los guerrilleros tuvimos en los enfrentamientos más bajas que los franquistas. Y eso por muchas razones: porque teníamos poca munición y a veces te quedabas sin balas en medio del combate, porque no estábamos bien atendidos y los heridos y los enfermos a veces morían porque no podíamos darles un tratamiento adecuado... Pero la principal razón es que nosotros no éramos terroristas. Nunca hemos pegado un tiro a nadie desarmado o por la espalda. Nosotros nos enfrentábamos de frente con enemigos armados, de igual a igual, como hacen los hombres. Y eso, aunque les pese, lo han tenido que reconocer hasta los generales de la Guardia Civil. Si nosotros llegamos a utilizar la bomba o el tiro en la nuca, habríamos matado a más gente, pero ¿y qué? ¿Qué habríamos logrado? Prefiero haber luchado con limpieza, la que merecía nuestra causa. Estoy pensando en un guerrillero, Juanín, que era toda una leyenda. Andaba por su cuenta, en la zona de los Picos de Europa, tenía sus vacas, su caballo, su cueva. Y en ella guardaba los tricornios y correajes de los guardias que había matado, un montón, con papeles donde ponía "guardia civil muerto el día tal del tal". La Guardia Civil le tenía pánico, porque era un tío audaz y fallaba pocos tiros. Así estuvo muchos años después que terminó el maquis. Audaz como el sólo. Pero ni a él ni a nosotros se nos ocurrió nunca poner una bomba en una vivienda o pegarle un tiro a un hombre desarmado".
      (No lo recojo en el libro, pero me dijo que habló con él varias veces para hacerle cambiar de proceder y para que actuase de forma menos individualista y que él le decía que sí, que sí, pero que luego siempre hacía lo que le daba la gana. Al parecer, "Juanín" era una leyenda para sus propios compañeros, porque el asunto de la cueva con los correajes de los guardias muertos parece falso desde el punto de vista histórico. Pero lo que sí tenía certeza Vicuña es que tenía bastantes vacas y caballos que dejaba entre los campesinos de la zona, que se las cuidaban y vendían).
      En el libro no incluí nada más, porque trataba sobre los maquis vascos, pero las andanzas de Vicuña en el grupo de Machado - estuvo el día en que le mataron y cuando se vengaron eliminando al confidente - aparecen en el número 274 de Historia 16.

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